Documento del mes

PRESENTACIÓN

Los archivos son los depositarios de la memoria de los pueblos, por lo tanto la divulgación de sus fondos contribuye a la recuperación de la misma. Por ello el Archivo Municipal de Plasencia pretende acercar a los ciudadanos el patrimonio documental placentino a través de pequeñas muestras mensuales de documentos municipales, testimonios de nuestro pasado que nos irán ilustrando sobre aspectos inéditos o menos conocidos de nuestra historia.

DOCUMENTO DEL MES. AGOSTO 2019.

 

Registro de salida de correspondencia: cartas dirigidas a Jerónimo Antonio Mateos y al Jefe Político de la Provincia de Cáceres de 19 de enero de 1839 sobre el secuestro del Alcalde de Plasencia, Ventura Delgado

Legado Miguel Sánchez-Ocaña

Archivo Municipal de Plasencia

TRANSCRIPCIÓN

Registro de salida de correspondencia de  1839.

Transcripción:

(Fol. 13 r.)

            A don Gerónimo Antonio Mateos, en 19 de enero de 1839.

            Muy señor mío y amigo: creí volar a la eternidad y no haber podido tener más comunicación con usted ni con otros amigos. El día 14 salí a cosa de las doce con el objeto de recibir al Sr. Intendente de esta Provincia en Fuentidueñas, con motivo de que iban delante de mí ocho carabineros, con igual objeto de [proceder] a pasar un poco más allá de la portilla, y en seguida me sorprendieron cinco ladrones a caballo, quienes dejaron pasar a los carabineros y me llebaron a una ondura inmediata donde tenían vastantes traginantes amaniatados y sin parar, abandonaron a estos y se fueron conmigo a los montes inmediatos a la Sierra del Puerto de la Serrana, donde me amenazaron de muerte repetidas veces sino les prometía y cumplía la entrega de 100.000 reales en el término de cuatro horas. Les hice conocer la imposibilidad y redujeron a 100 onzas de oro a su repetición. Para evitar digresiones digo a usted que me retuvieron 32 oras sin dejar de trotar y andar por solares, varrancos y matorrales en toda la noche, amaneciente al Balle, cuyo día me tuvieron quieto y oculto en una casa distante tres cuartos de legua de esta Ciudad, hasta las siete de la noche en que me aproximaron a Plasencia, recibieron la retribución que Anita María mandó y me dejaron venir a casa. Alego a usted, amigo mío, que a pesar de no tocaron a mi cuerpo, y de que pasado el primer ímpetu me trataron y asistieron regularmente, tuve infinitas tristezas, angustias y pesadumbres durante las referidas 32 oras, como puede usted imaginarse. Pagué ayer la Letra de 6.000 reales librados por usted a la orden de D. Manuel Segura. Quedan en mi poder los veinte mil reales en billetes del Tesoro Público, que infiero no podrán despacharse por haora mediante que el Sr. Intendente a prevenido a estas oficinas que no se reciba papel alguno, con el fin de reunir metálico para cubrir las libranzas expedidas por el Gobierno para el presupuesto de Guerra, sin perjuicio de lo que averigue usted acerca de esto yo le avisaré de lo que aquí resultare

El Sr. Yntendente me ha prometido proteger mi recurso de Exoneración de Alcalde en esa Diputación, y si fuere necesario elevarlo al Supremo gobierno, me prometió tambien sus recomendaciones. El Sr. D. Antonio de Carvajal tambien se ha de interesar a mi favor, en cuya orden es preciso que renueve V. sus diligencias con el propio fin; manifestando de mi parte a esos Caballeros Diputados de Provincia que, si antes de mi ultima ocurrencia me consideraba inútil para desempeñar el oficio de Alcalde, despues me hallo tan intimidado que prometo no salir en mucho tiempo de la Ciudad, ni abrir las puertas de mi Casa para nadie, aunque pesen sobre mi quantas responsabilidades se me impongan. Deseando, etc.

Fol. 13 v.

            Sr. Jefe Político de la Provincia de Cáceres a 19 de enero de 1839.

            En cumplimiento de mis deberes y en satisfacción de los principios de mi educación, no puedo prescindir de acer presente a VS. que, habiendo sabido positivamente que el Sr. Intendente de Rentas de esta provincia venía a comer a Plasencia en el día 14 último, y noticioso de que una Partida de Carabineros montados salió a recibir a su Señoría, salí yo con uno de mis sirvientes a las 12 del mismo día, con el fin de hallarlo al radio de media legua, poco más o menos. El día estaba oscuro: Su Señoría se retardó y bajo la confianza de que a la distancia de dos tiros de fusil marchaba la escolta de carabineros, me adelanté un poco más de una legua, donde inopinadamente me ví sorprendido y rodeado de cinco malhechores a caballo y muy armados, que inmediatamente me dirigieron a un oyo donde tenían bastantes paisanos maniatados; dejaron a estos y siguieron conmigo sin dejar de trotar por espacio de cuatro leguas, y en un monte espeso se dirigieron contra mí levantando las barras o cinco trabucos apuntandome media bara de distancia, y amenazandome que me arían mil pedazos sino les aseguraba y entregaba en el preciso término de cuatro oras la cantidad de 100.000 reales, sin rebaja alguna. Les hice conocer la imposibilidad de aprontar esta suma, le supliqué, le hice infinitas reflexiones, implorando su piedad como padre de seis hijos de poca edad; en tal situación redujeron a 100 onzas de oro la retribución de mi rescate, les ofrecí en medio de mis temores 15.000 reales si me daban libertad por veinticuatro oras, pero mis esfuerzos fueron útiles (sic) y con la violencia más atroz me dieron papel y tintero, me notaron y obligaron a escribir a mi esposa una carta pidiendo dichas 100 onzas de oro, con cuyo premio compraría mi vida, pues de lo contrario la perdería sin remedio. Con mi propio criado mandaron dicha carta. Mi esposa, consternada, llevó esta exigencia, despachó al mozo a buscarme, pero este aturdido y acobardado, perdió el camino y no me halló; por lo cuál, enfurecidos los malhechores, repitieron sus tremendas amenazas, y con los trabucos y espadas me acometieron suponiendo que yo daría señas al mozo para que no volviese. Repetí mis ruegos y reflexiones y, lisonjeados con la esperanza de recibir el premio de su criminal conducta, me [repitieron] las amenazas y me llevaron trotando con mucha precipitación y en dibersas direcciones a los campos próximos al lugar de Malpartida, hasta que habiendo perdido hellos y yo el tino hasta ignorar el sitio que ocupábamos, pararon cosa de dos horas esperando la primera luz del día 15, y luego echaron a andar y se encerraron conmigo en una casa de campo, distante en una legua de esta ciudad, donde permanecimos y nos trataron con afabilidad hasta que vino la noche. Me precisaron a escribir segunda carta muy conminante para mi esposa, y la remitieron con un paisano a quien cogieron, amenazaron y atemorizando (sic), prometiéndole quitarle la vida a su mujer y dos hijos, que también cogieron y dejaron asegurado asi rehenes. Siendo cerca de las siete de la noche me acercaron a esta ciudad y quedando dos conmigo se adelantaron tres, quienes pasado un rato volvieron y me dijeron “la mujer de V. ha cumplido vien, queda V. en libertad y que seran respetados los criados y ganados de V. por nosotros, pero si savemos que V. nos persigue, o a instancia de V. se nos manda perseguir, le buscaremos y aunque sea en su propia casa le mataremos a puñaladas” en tal estado nos despedimos y me presentaron una persona de mi amistad y confianza mandada por mi mujer para que me acompañara y trajese a casa. Ellos retrocedieron a escape, y yo me vine despacio, tanto por estar en tierra desconocida y sin camino en noche muy oscura, cuanto porque venía con bastante calentura y sumamente asustado, por lo cuál luego que llegué a casa mandó el médico que se me hiciesen dos sangrías.

            Creo de mi deber llevar al conocimiento de V.S., esta fatal ocurrencia para los efectos que puedan conbenir.

            Dios guarde a Vs., muchos años. Plasencia 19 de enero de 1839. Ventura Delgado.

NOTA HISTÓRICA

Dentro de la variada y valiosa documentación que conforman el Legado Miguel Sánchez-Ocaña del Archivo Municipal de Plasencia se encuentra la relativa al secuestro en enero de 1839 del alcalde de Plasencia, Ventura Delgado Garrido, por una partida carlista. Este secuestro está relatado de forma pormenorizada en el Registro de Correspondencia de 1839 del fondo Familiar del citado Legado, a través de las cartas dirigidas por el Sr. Delgado a su amigo Jerónimo Antonio Mateos[1]  y al Jefe Político de la Provincia de Cáceres[2], ambas del 19 de enero de 1839.

Como ya se apuntó en el documento del mes de enero de 2109, el Legado Miguel Sánchez-Ocaña fue donado de forma altruista al Ayuntamiento de Plasencia en marzo de 2003 por D. Miguel Sánchez-Ocaña y López de Berges. Consta de dos fondos documentales, el municipal y el familiar. Precisamente dentro de este último, en la documentación referente al principal personaje de la Familia Delgado, Ventura Delgado Garrido, se encuentran los Registros de Salida de Correspondencia de su Agencia de Negocios. Estos Registros son de un gran interés para los investigadores ya que el Legado atesora un gran volumen de cartas, conservándose una gran parte de los Registro de Salida donde se recogen las respuestas a esas misivas, proporcionando a los historiadores una valiosa fuente de información.

En cuanto a la figura de Ventura Delgado hay que tener en cuenta que desempeñó un papel relevante en la vida social y económica placentina de gran parte de la primera mitad del S. XIX, de ahí el interés de sus secuestradores por su persona. Nacido en Riolobos en 1771 en el seno de una familia de labradores acomodados. Cursó estudios universitarios de filosofía y leyes en las Universidades de Salamanca y de Valladolid entre 1788 hasta 1796, año en el que se incorporó al ejército, estando destinado en Madrid y posteriormente en Badajoz. En 1804 fue nombrado alcalde de Riolobos. En 1806 el Marqués de Mirabel le nombra titular de una de las dos escribanías que poseía en el Ayuntamiento de Plasencia. Entre 1826 y 1829 fue inhabilitado para el cargo de escribano municipal tras el expediente de depuración  política que se le hizo, renunciando posteriormente a la escribanía municipal en marzo de 1834. Así mismo compró dos escribanías del número de Plasencia, en 1808 y en 1833; igualmente y durante un breve tiempo, desde el 7 de enero al 8 de marzo de 1839, fue el alcalde 1º de Plasencia.

Su gran capacidad de trabajo y su sagacidad para los negocios propició la creación de una Agencia de Negocios que abarcaba una gran diversidad de actividades: agrícolas, ganaderas, comerciales, financieras (en su casa banca se emitían letras de cambio), de administración y gestión de bienes particulares (del Marqués de Mirabel, del Marqués de la Constancia, capellanías, mayorazgos,  vínculos, etc.), así como del transporte y distribución de los efectos estancados (principalmente el tabaco y la sal), y los suministros a las tropas, de gran importancia en la Guerra de la Independencia para el abastecimiento del ejército.

Cuando se produjo su secuestro el 14 de enero de 1839 hacía pocos días que había tomado posesión como Alcalde 1º de Plasencia[3], cargo al que había rehusado anteriormente, elevando una reclamación ante la Diputación Provincial de Cáceres que, si bien al principio la estimó, posteriormente la revocó, por lo que finalmente fue investido alcalde el 7 de enero de 1839.

Por otro lado hay que tener en cuenta que las convulsiones políticas y sociales del momento propiciaban el secuestro de viajeros para la financiación de algunas partidas carlistas[4] o por el puro bandolerismo de la época.

Ventura Delgado fue secuestrado sobre las doce del mediodía del 14 de enero de 1839 por varios individuos a la altura de Fuentidueñas, cuando él se había adelantado con un doméstico a recibir al Intendente provincial. Sus secuestradores pidieron en principio cien mil reales, pero gracias a los ruegos del propio secuestrado consiguió que lo bajasen a 32.000, unas 100 onzas de oro. Este acontecimiento lo consignó en varios documentos, lógicamente dirigió una carta al Jefe Político de la Provincia informándole de su secuestro, y otra a su amigo y compañero Jerónimo Antonio Mateos, cartas copiadas en el libro Registro de Correspondencia de 1839. Asimismo asentó el pago a sus secuestradores en otro cuaderno que él denominaba “Registro Manual”, donde hacía anotaciones de tipo económico, aunque a veces consignaba también algunas notas biográficas.

Su secuestro es relatado de forma muy expresiva y con la minuciosidad que le caracterizaba. La primera carta, remitida al Sr. Mateos, si bien es más corta, le da cuenta de sus sentimientos y el estado de ánimo experimentado durante su reclusión, aunque con su espíritu práctico pasa a tratar rápidamente asuntos de negocios y termina reiterándole que continúe sus diligencias antes las autoridades provinciales a fin de ser exonerado del cargo de alcalde. La segunda carta, la enviada al Jefe Político de la provincia[5], es una detallada descripción de los pormenores de su retención, los apuros que pasó y los sentimientos que le embargaron, evidenciando su inteligencia para conseguir de sus captores una rebaja en su rescate, reflejándose su talante de hábil negociador en situaciones difíciles.

Por suerte la preservación de esta documentación ha permitido completar las noticias, mucho más escuetas, que sobre este secuestro nos reflejan las actas capitulares de 1839 del Archivo Municipal de Plasencia, conformando una visión mucho más amplia y de primera mano relatada por su propio protagonista.

Ventura Delgado Garrido falleció en Plasencia el 8 de octubre de 1840, continuando su actividad económica su viuda e hijos, aunque en menor medida en algunas actividades, según se desprende de la documentación conservada. La familia Delgado siguió manteniendo su influencia económica y social en el norte de Extremadura.

[1] Jerónimo Antonio Mateos era un ganadero y negociante de Serradilla con el que Ventura Delgado tuvo abundante correspondencia. Entre 1838 y 1839 se debió trasladar a Cáceres ya que desde allí se emitía la correspondencia.

[2] El Jefe Político de la Provincia equivaldría a lo que posteriormente se denominaría gobernador civil

[3] Sesión del 7 de enero. No fue el único que rehusó ser designado cargo municipal, otras personas rechazaron ser nombrados munícipes ya que los tiempos eran difíciles, con una guerra de por medio y con los consiguientes tributos y cargas que recaían sobre una ciudadanía ya exhausta.

[4] Las partidas carlistas solían ser denominadas por el bando isabelino como “facciosos” o latrofacciosos”. Estas partidas también hostigaban el Correo de Cáceres con el resto de la provincia, llegando a quemar diversas veces dicho correo, según nos cuentan las notas manuscritas del Archivo Municipal de Plasencia conservadas entre los Boletines Provinciales de diversos años.